miércoles, 26 de diciembre de 2012

Sonido de cascabeles

La oscuridad parecía cernirse sobre la ciudad, esquivando los puntos de luz y acomodándose en los rincones. Era de noche y las pocas estrellas que lograban brillar más que la ciudad, observaban, en silencio. En una calle en concreto, las casas estaban apagadas, sumidas en sueños. Alguna que otra ventana vomitaba luz sobre el suelo, una luz tenue y con poco tiempo de vida.

Observaba, sigiloso, surcando el cielo, buscando una casa en particular. No tenía mucho tiempo y sabía que se estaba retrasando... pero no podía irse sin pasar por el hogar de Minnie Tims. Agudizó la vista y, aliviado, la halló al fin...

Descendió con ese sonido de cascabeles acompañándolo, pensando cómo entrar en la casa sin despertar a sus inquilinos. Se posó en el tejado y calculó más o menos donde estaba el abeto. Rozó el dedo pulgar con el índice y el corazón, apareciendo con el frote un polvillo verde que lo envolvió como si fueran copos de nueve coloreados e iluminados por el sol. Cuando aquella extraña purpurina se despejó, él ya no estaba.
La habitación estaba en penumbra pero no importaba; sabía guiarse bien. Depositó en silencio el pequeño saco aterciopelado y empezó a hurgar en su interior.
-¿Dónde está? ¿Dónde está? -se preguntaba.
Con una sonrisa de éxito, sacó un pequeño paquete con un lazo, depositándolo en el suelo alfombrado. Siguió a este otros tres más, dos de pequeño tamaño. En todos se podía leer una etiqueta, con pulcra letra, fácilmente legible. En dos de ellos se leía: Minnie Tims. En uno: papá; en otro: mamá.
A punto estuvo de irse, cerrando el saco con ese sonido siguiéndolo, cuando la oyó. ¡Cielos! Se había demorado mucho dejando los paquetes.

Esperó un poco, a propósito. La oía bajar las escaleras, descalza y en pijama. Cada fibra de su ser estaba nerviosa, inquieta... expectante. Esperó y esperó y justo cuando Minnie Tims estuvo a punto de cruzar la corta distancia que haría visible al gran hombre, este empezó a frotar los dedos pulgar, índice y corazón, apareciendo ese mágico polvo, de color rojo esta vez.

Y, exactamente cuando Minnie llegó hasta el abeto decorado con mimo, el gran hombre, vestido de rojo y grandes barbas blancas, desapareció. ¡Puff! Con aquel sonido de cascabeles siempre acompañándolo.
-¿Santa Claus? -musitó la niña, emocionada.
Aguantó la respiración y su corazoncito se emocionó cuando oyó a los renos partir, los cascabeles agitarse y una risa muy característica de aquel ser tan curioso.
-¡Feliz Navidad, Minnie! -dijo él, surcando el cielo, buscando la siguiente casa donde debía parar.

¿Será la tuya?

Feliz navidad, pequeños retoños

Para Anubis y Sokar, con cariño

viernes, 21 de diciembre de 2012

Buscando una nueva vida (4ª parte y fin)

Al fin se abrió la puerta y me decidí a entrar.

Solo durante los primeros pasos me guiaron con una linterna hasta que me quedé en medio y pude escuchar como cerraron la puerta tras de mí, dejándome en plena oscuridad.

Tras eso me puse a mirar a mi al rededor, intentando discernir algo sin demasiado éxito. Aunque al cabo de unos segundos pude oír como una puerta mecánica se abría y daba paso a algo que no podría reconocer ni la forma ni nada.

Escuchaba como la cosa parecía arrastrarse con una especie de ruido húmedo. Por unos momentos me quedé quieta en espera de poder reconocer algo o tocarlo, pero nada pasaba. Simplemente unos segundos antes de que pudiera ser consciente, noté como una especie de tentáculo mojado y frío me tocaba la piel suavemente.

Era algo asqueroso, repugnante, nunca antes había sentido un tacto igual, excepto cuando tocabas una babosa o un caracol desde su base. Aún así, mi primera reacción al notar eso era retirarme, apartarme, pero antes de que pudiera darme cuenta la cosa me tenía apresada con sus pseudopodos y me empezó a arrancar la ropa. Todavía no se muy bien como, pero la cuestión reside en que no podía soltarme, lo tenía encima, una masa de mocos encima mío, fría pero que por momentos notaba como se iba calentando a la vez que emitía sonidos guturales que no conseguía descifrar, cuestionándome incluso que esa cosa pudiera existir realmente.

En medio de todo eso, encontrándome inmovilizada y sin poder gritar, pues notaba esa masa amorfa sobre mi, como empezaba a penetrarme. Lo extraño de la sensación era que a la vez que me penetraba podía sentir como una sensación de succión de lo más extraña. Aunque en ningún momento llegué a disfrutar o a excitarme, no hizo falta. Las propias babas de la cosa hicieron lo propio.

¿Cuánto rato pasé así? No sabría decirlo... Simplemente sé que cuando ese bicho terminó de descargarse dentro de mi se fue y tal como apareció, desapareció.

Medio congelada, con la sensación de estar sucia por dentro y por fin pude salir de ahí, pues al poco de terminar me vinieron a buscar con un albornoz para taparme.

Tapándome cómo podía con la ropa salía cabizbaja, deseando que todo hubiera sido una pesadilla, pero por desgracia el encontrarme el individuo de antes me hizo recordar que todo era real, más cuando me lo encontré trayéndome un maletín con el resto de dinero prometido.

- Aquí tienes el resto, como prometido- dijo con tono sonriente y satisfecho, esperando que dijera algo, mantuvo un silencio y siguió- no te preocupes, nos mantendremos en contacto. Mis chicos te llevarán a casa.

Realmente no era consciente de cuánta razón tenían esas palabras, pues al cabo de unas semanas me llamaron preguntándome como me encontraba.

¿Encontrarme bien? Pues si tengo que ser sincera, desde aquel día empecé a notarme nauseas, vomitaba, acidez... Incluso, tenía retrasos en el periodo... Todo era tan raro... Era algo imposible, pero parecía que estuviera embarazada.

Le comenté un poco por encima mi malestar, pero me dijo que no me preocupara, que todo estaba dentro de la normalidad.

Aún así, fueron pasando las semanas y los síntomas se mantenían, incluso, empezaba a notarme hinchada.

Empecé a preocuparme realmente, por lo que finalmente decidí ir al médico.

Una vez allí, empezaron a hacerme pruebas y análisis, terminando por hacerme una ecografía. Mi sorpresa fue al ver la imagen de la pantalla. No era nada parecido a un feto o a un ser humano. Era una monstruosidad amorfa, llena de tentáculos y con una especie de garras.

Me volví a casa chocada, pálida, sin estar completamente segura de lo que había visto, pero por un momento recordé aquella noche y en la que me entregaron una tarjeta para poder mantenerme en contacto con aquellos hombres si surgía alguna complicación:

- ¿Diga?- escuché una voz varonil al otro lado del auricular.

- Buenas... soy yo... esto... parece que.. estoy embarazada de vuestra...- hablaba en tono insegura, con la voz temblando, intentando asimilar lo que había pasado- mascota.

- ¿Ah si? ¡Perfecto! Es una gran noticia. Tendremos que seguir en contacto. Por el parto no te preocupes y los médicos, nos encargaremos nosotros y lo pagaremos todo nosotros, manteniendo el máximo secretismo, no hay necesidad que nadie más se entere- para mi sorpresa, el hombre hablaba alegre y feliz, como ajeno a toda preocupación.

- Va... vale- dije en tono nervioso, sin entender demasiado lo que ocurría y terminar mirando el teléfono con incredulidad y cara de incomprensión.

La conversación terminó hablando casi todo el rato la otra voz mientras yo asentía no muy segura.

Los días iban pasando y no pude evitar curiosear, tener más información, pues notaba como esa cosa crecía dentro de mí.

Indagando, pude encontrar noticias sueltas de mujeres que habían sufrido partos prematuros con mutaciones que habían terminado con sus vidas, pero las criaturas habían podido sobrevivir, en algunos casos, y una serie de hombres se los habían llevado sin volver a saber de ellos.

No quería relacionar ideas, hasta el momento en que empecé a notar dolores internos, en algunas ocasiones provocandome hemorragias.

Más días fueron pasando mientras mi vientre crecía y con ello las hemorragias  provocado que me sintiera débil  pálida, incluso me costaba levantarme de la cama, pero del otro lado de la línea me iban animando, diciéndome que lo hacía muy bien y que próximamente llegaría el momento y sería libre.

Y tal como avanzaba, sí, sería libre, pero dudo que me liberara de la fiera esa sin más... Me temo que mi vida se fuera con ella si mi estado seguía empeorando.

Finalmente, pensándolo mejor, no podía permitir que esa cosa naciera y se la llevaran... Ni que esa cosa se llevara mi vida. Si algo recordaba era la sensibilidad que aparentaba tener aquella cosa a la luz, al menos, era era la lógica ante la prohibición total de tener acceso a la mínima lumbre mientras estuve allí.

Me armé de valor y bajé de casa a comprar una linterna de alta potencia. Volví a mi casa, me instalé en el baño, me penetré con la linterna, le dí al interruptor y...

Fin

miércoles, 28 de noviembre de 2012

El monstruo del túnel

Vio la salida del túnel mientras corría, sintiendo la presencia tras él. Las luces habían empezado a apagarse y la oscuridad reinaba con su sonrisa siniestra, desafiando al resto de lámparas a iluminarla. Las pisadas resonaban en las paredes de aquel gran agujero artificial excavado en la tierra. Hacía frío y su aliento formaba una nubecilla blanca. Llegó al final. Salió del túnel. Continuó corriendo. Más allá del túnel reinaba la noche. Siguió corriendo, temiendo que el monstruo que habitaba en el agujero lo cazara de un momento a otro. Que sus garras apresaran su tierna piel juvenil.

Sí. Todos lo esperaban.

Y, sin embargo, no sucedió. Porque los monstruos no existen. ¿Verdad?


miércoles, 21 de noviembre de 2012

Buscando una nueva vida (3ª parte)

Me encontraba frente al polígono donde me habían dicho que debía acudir.

Un lugar solitario, silencioso y la negra noche acompañaba al ambiente, pero para un trabajo como el que me habían ofrecido, tampoco podía esperar un hotel 5 estrellas.

Llamé a la puerta.

Pude ver como una rendija se abría y aparecían unos ojos. Me miraron de arriba a bajo y desaparecieron para abrir la puerta seguidamente.

Entrando en el lugar pude darme cuenta que era grandioso, tal como parecía desde fuera, aunque el polvo reinaba el lugar y se podía ver como habían arreglado un poco el lugar con algunas salas o habitaciones nuevas, pues era de lo poco que no tenía suciedad. Pero bueno, tampoco me fijé demasiado, ya estaba ahí, fuera lo que fuere ya no podía dar marcha atrás y el dinero me venía genial para poder jubilarme de una vez de esta mierda.

Tras unos segundos me encuentro en uno de esos barracones junto a un hombre un tanto mayor y bien vestido con traje y corbata, como de los que ya no se ven, junto a un pequeño grupo de hombres que visten en un mismo estilo de trajes de Armani.

- Buenas noches señorita- hace una pausa mientras me ofrece la mano- es un placer conocerla

- Buenas noches- le respondo como si nada de todo esto fuera conmigo, devolviéndole el apretón de manos sin demasiado interés- ¿Qué hay que hacer?- pregunté sin dar tiempo a ninguna charlatanería barata. Estaba ya más que acostumbrada, protocolos, como son las cosas, que haremos, conocerse... En fin, formalidades que en este trabajo, muchas veces, sobran.

El hombre de avanzada edad se queda un momento pensativo:

- Veo que no le gusta la charlatanería y quiere ir directa al grano- dice concluyente- Bien, pues sigame- ordena mientras empieza a caminar para salir del habitáculo indicándome que le siga. Entonces, mientras camina me va contando los detalles- El trabajo, como supondrá es sencillo. Entrará en una sala a oscuras donde se encuentra nuestro semental y dejará hacerse por él, después de eso, ya será libre y tendrá su dinero. Pero ante todo, no encienda la luz en ningún momento- insistía el hombre.

Por el camino no hacía más que afirmar. Las condiciones tampoco eran nada extrañas, excepto su insistencia, pero capaz que su fenómeno tuviera miedo a la luz o era una de esas aberraciones humanas y temía que huyera al verle.

Sin darme cuenta, perdida en mis cavilaciones ya nos encontrábamos a la entrada de donde debía ir:

- Es aquí- sentencio indicándome una puerta que daba al final de la nave.

Continuará...

miércoles, 14 de noviembre de 2012

En nombre de la guerra...

Como él, sus compañeros y algún que otro amigo, habían sido destinados al crucero de guerra Silverpoint. Se consideraban, hasta el momento, afortunados, pues se trataba de la nave de Stahl, una figura importante e influyente en el Consejo. Sumido en la contemplación de su árido, peligroso y querido planeta, fue sacada a la fuerza de estos por la alarma creciente y estridente que retumbaba en toda la nave. Había intrusos, casi seguramente, ISA.

Sucedió todo demasiado deprisa. Demasiado. Pasaron como una exhalación a su lado y tuvo que cubrirse entre los tiros de uno y de otros, vigilando de no herir a sus compañeros. Sin saber exactamente, cómo, aquellos dos cogieron naves pequeñas para atacar al crucero hermano del Silverpoint. Todos contraatacaban y, pesar de que recibió fieras órdenes por la radio de presentarse en el hangar para salir al espacio, sus pies no se movían de su lugar; estaba paralizado.

En unos pocos segundo, Stonewar ardía por los cuatro costados y, el piloto, en un intento por salvar a sus ocupantes, trató de aterrizar. Empero, allí estaban los ISA y, despiadadamente, lanzaron una bomba nuclear contra el herido crucero. Se estrelló contra aquella fuente de energía desconocida, que explotó y se liberó como si estuviera viva; cual plaga hambrienta, se fue extendiendo por todo el planeta, aniquilando toda la vida que pudiese haber en Helghan. El soldado se acercó más a la ventana, atónito.

Tantos muertos... Tanta gente inocente... asesinada...

Fue entonces cuando el soldado se atrevió a cuestionarse el por qué de la guerra. ¿Por sus ideales? ¿Por su familia? ¿Para llevarles algo de comer a sus hijos, tan huesudos y delicados?... ¿O para llenar las arcas y tener más territorio a los pies del autócrata?

¿Ideales? ¿Comida?

¿O dinero y avaricia?

Stahl, quien proporciona armas y soldados a Helghan

PD: Relato de 5 de Noviembre, con un poco de retraso.

miércoles, 31 de octubre de 2012

La granja humana


Ñeeeeeeeee! -dijo el humano ciento cuarenta y cinco.
El ganadero no le prestó atención, pues era un sonido que oía constantemente cada vez que iba a trabajar a la granja de humanos. No era un trabajo que le entusiasmara precisamente, pero era algo con lo que llenar los estómagos vacíos de sus hijos y de su esposa.

Realizaba su segunda ronda, cuando se fijó en el reloj que llevaba en la peluda muñeca. Hora de comer. Se aseguró de que hubieran mezclado bien el pienso y, ayudado con una herramienta, empezó a repartir el pienso a aquel rebaño humano, tan básico y simple. Todos eran tontos. Todos menos uno, que parecía haber tomado conciencia de repente. A cuatro patas, observando con horror como sus congéneres se dirigían hambrientos a los barreños, gruñendo.
-Ñeeeeee, ñeeeeee, ñeeeeeee...
Estaban desnudos, hacía generaciones que les había salido vello en la espalda, su cerebro se había encogido en algún rincón de la corteza cerebral y se había vuelto bastante básico. Lo suficiente como para existir. Él también tenía hambre y no pensaba en hacerle ascos a la comida. Por lo que, empujando al resto del rebaño, se acercó a la valla que evitaba que se escaparan y olisqueó el pienso. En su rostro se formó una mueca de horror y espanto. Mezclado en el pienso, se veían huesos, carne que, por el aroma, identificaba. ¡Se comían a sí mismos! ¡Echaban trozos de ellos en el pienso! Retrocedió, no pensaba comerse aquello. Nunca. Jamás. Tenía que escapar de allí. Debía huir.
Intentó ponerse en pie pero no pudo, sus piernas se habían acortado, era un "animal". "Ellos"... habían empezado así, primero obligándolos a caminar como cuadrúpedos, alimentándolos con pienso, aplastando sus ideas de escapar... Sus manos deformes se sujetaron a la valla, y, sin saber cómo, logró sobrepasarla, cruzarla y echó a correr al mismo tiempo que el despiadado granjero le gritaba que se detuviera. A sus ojos era solo una bestia. Una bestia enloquecida que había escapado del rebaño.

El tipo en cuestión no quería perder su trabajo por lo que, antes de que el jefe se enterara de aquel desastre, cogió la escopeta y fue a la caza del maldito animal. No tardó mucho en avistarlo, pues parecía desorientado y confundido. "Quizá fuera el nuevo pienso", se dijo mientras apuntaba al tembloroso animal. Eran las reglas. Animal que huía animal que mataban. No necesitaban más líos de los que ya tenían. Y mucho menos él. "Quizá debí despedirme bien de mi mujer", pensó, cuando aquel bicho lo miró con sus ojos enloquecidos, rojos, y gritaba "ñeeee".

"Quizá... no debí aceptar el trabajo", pensó, al tiempo que el animal se le tiró encima. Apretó el gatillo y la bestia inmunda cayó a su lado. Un incidente más. No tardó en arrastrar de la pata sucia y embarranada al animal hasta la picadora, donde fue arrojado y más tarde, a la hora de la cena, más o menos, servido a sus compañeros, que masticaban sin darse cuenta de ello, porque eran un rebaño, un rebaño grande y tonto. Un rebaño de humanos. Quizá en un mundo paralelo...

Quizá en un futuro próximo.
-Ñeeeeeeeee...

sábado, 27 de octubre de 2012

Buscando una nueva vida (2ª parte)

Fui a ver qué tenía que proponerme, después de todo, si era cierto lo que me había dicho, ganaría una pasta y podría quedarme tranquila.

- Mujer! Gladis! Cuánto tiempo! Me alegra que hayas aceptado- me saludó eufóricamente, cómo si no supiera que me había dejado todo este tiempo abandonada y a mi suerte.

- No me vengas con tu mierda de peloteo Frank, ya sabes a que he venido, así que habla- le corté directamente, no tenía de estar ahí y menos de aguantarle tras todos estos años.

- Bueno, vale, vale, ahora te cuento- dijo algo sorprendido por mi reacción, aunque no dejaba de mirarle con mala cara- Pues he hablado con unos tipos que bueno, quieren hacer un trabajito algo inhabitual y no encuentran a nadie que se ofrezca, a pesar de que la oferta es altamente sustanciosa.

- Vale, ¿de qué se trata?- le espeté.

- Las condiciones son simples, meterte en una sala, follarte a su animal, eso sí, en ningún momento deberás encender la luz ni nada.

Realmente las condiciones eran sencillas y tampoco me quedaba nada por probar o hacer... así que acepté, ¿qué diferencia podría haber a hacerlo con o sin luz? Y follarse un animal, no era nada que no hubiera hecho ya... Por lo visto esta nueva generación eran más delicadas y no eran capaces de chupársela a un caballo y tragar.

Tras eso me explicó que debía presentarme a un complejo industrial donde me esperarían a la noche y que el dinero me lo darían después de haber hecho el trabajo.

Tras esos pocos momentos de charla, volví a mi casa y empecé a prepararme para la noche, intentando llevar mis mejores galas de putón, además, el trabajo solo era entrar, dejar que me la metieran, recoger el dinero y largarme. Parecía sencillo.

Continuará...

domingo, 16 de septiembre de 2012

Buscando una nueva vida (1ª parte)

Hola, me llamo Gladis, o al menos, ese era mi nombre artístico cuando aún era una actriz famosa y de gran porte.

Recuerdo con melancolía aún mis tiempos cuando era guapa, joven, esbelta. Pero los achaques de la edad aparecieron, los directores y guionistas dejaron de verme como un objeto de deseo, alguien a quien tener en su reparto, mi experiencia era algo inútil, pues después de todo, lo único que querían de mi era mi físico por lo que si quería un papel era tan sencillo como tener un vis a vis con el productor o el director, sacar a lucir mis encantos de mujer y darle un final feliz a la velada.

El papel era mío al instante.

¿Qué importaba romper una familia con o sin hijos? La mujer después de todo siempre saldría ganando, limpiándole de algunos ceros a cualquiera de aquellos millonetis, jejeje.

Pero como ya he dicho, los años no pasan en vano y esos veinte se convirtieron en treinta... Y entonces ya empezó mi decadencia, negandome papeles, teniendo que pasar de la gran pantalla a películas de serie B y, finalmente, el eslabón más bajo, la pornografía.

En este último era una enfermera, una madrastra malvada, una bruja, una amante, una ama de casa... siempre papeles sencillos y sin importancia, donde lo único que importaba era tu habilidad bocal y el saberte abrir de piernas.

Momentos así agradecía mis años de juventud, me permitía evadirme de la realidad mientras tenía ése falo embistiendome como si le fuera la vida en ello, follándome por todos los agujeros de mi cuerpo. Pero después de todo, no dejaba de ser un trabajo, más o menos agradable, me permitía pagarme las facturas y de vez en cuando, algo de placer.

Hasta que un día me llamó mi manager, ése hijo puta que me había dejado en la estacada tantos años ahora se acordaba de mí, me llamó diciendome que había encontrado un trabajo para mí, tras el cual podría casi retirarme de mi carrera y vivir por siempre en paz.

Continuará...

miércoles, 1 de agosto de 2012

¡¡Vacaciones!!

Así es, los tres aventureros y cuidadores de este blog nos hemos decidido a salir del jardín para pasar un mes de vacaciones en lugares alejados del bullicio para volver con más energías y nuevos relatos que os ayuden a pasar un buen rato :3

Será un mes y volveremos puntuales y con un relato preparado para vosotros. Claro que como el 1 de septiembre cae sábado, regresamos el lunes 3, por lo que se ruega paciencia en un verano tan caluroso ^-^

¡¡Qué tengáis unas happys vacaciones y no os aburráis mucho!!


miércoles, 25 de julio de 2012

Somnia...

Las imágenes del sueño se mezclaban con las sensaciones que los labios de su amante dejaban en sus pezones. Sumergida en la niebla entre el sueño y la vigilia, sin querer despertar y sin poder hacerlo, Lía sentía las caricias de su amante deslizarse por su cuerpo.
-Duerme mi amor, duerme - le decía aquella voz suavemente. Susurrante. Era ella, estaba segura, a pesar de que sus sentidos parecían no responderla.
Las conocidas caricias sobre sus senos aumentaron su excitación. Siempre había sido muy sensible a los besos y a las caricias que con la lengua le sabía hacer como nadie su amante. Su respiración se agitaba a medida que el placer la inundaba suavemente. Ahora sí quería despertar. Ver su hermoso pelo negro acariciando su vientre. Acariciarlo. Y besarla. Y comenzar, una vez más, una mañana haciendo el amor con ella.

Pero las nieblas del sueño se agarraban en su mente mezclando las fantasías con la realidad. Porque... el sueño de antes había sido un sueño, ¿no? Parecía como si estuviera bajo los efectos de una buena dosis de Rohipnol, como aquella vez en el hospital... De todas formas no podía pensar con claridad y tampoco le importaba mucho en ese momento, porque los besos y las caricias que estaba recibiendo la estaban llevando a cimas del placer nunca antes sentidas.

Cuando sintió unos labios sobre los suyos, abrió la boca buscando enroscar su lengua con la de ella. Pero... la fuerza, el sabor tenue a menta... no eran los de ella... parecian los de su otro amor, Arthur, aunque no podía ser él porque estaba fuera de la ciudad... De repente los besos se tornaron más suaves, más dulces. Su boca húmeda jugaba con la de ella. La lengua que la invadía, los labios que atrapaban los suyos mordisqueándolos lentamente, eran de ella, estaba segura. Esa mezcla extraña entre las fantasías del sueño y la realidad estaban alucinando sus sentidos.

Acarició su espalda, deslizando sus manos lentamente hasta su cintura para girarla y ponerla de espaldas sobre la sábana, acarició sus senos con sus dedos y con su lengua. Quería hacerle el amor, lo necesitaba, pero ella se retiró susurrándole:
-Duerme, cielo, duerme para que pueda amarte.
Ella, sometida al influjo de esa voz tan dulce y todavía sumergida en los efectos de esa mezcla de sueño y realidad, no podía hacer otra cosa más que obedecer, así que se abandonó completamente a sus caricias.

Sus labios y su lengua recorrieron rápidamente la geografía de su vientre hasta detenerse en su lampiño monte de Venus. Con dos dedos abrió levemente su vagina y depositó allí una caricia con su lengua tan dulce y tan bella que ella dejó escapar un pequeño gemido. Al instante el aliento de una voz cálida que le musitaba al oído:
-Te adoro.... 
Pero no era la voz de ella... El sueño y la realidad se mezclaban de nuevo...

Desechó esos pensamientos y se abandonó al placer que desde su sexo le llegaba en oleadas, mientras la lengua y los dedos de su amante la invadían suavemente.

Todo estaba ocurriendo muy confusamente. La lengua que acariciaba su clítoris junto a esas otras caricias dentro de ella... La sensación de ser penetrada por detrás por... junto a los besos en su vagina... Tenía que ser un sueño, pensó. Pero los embates en sus nalgas parecían muy reales y la sensación de una verga llegando hasta el fondo de sus entrañas la llenaba de un placer cada vez más intenso. Quiso alcanzar con sus manos hacia sus nalgas a quien la estaba llenado de felicidad, pero encontró que no podía despegarlas de la cabellera de ella

La poca visión clara que tenía se le llenó de nieblas, así que se dejó caer por la pendiente suave de sus sentidos. Parecía como si estuviera envuelta en nubes. Nunca había sentido el placer del amor de esa manera tan cálida, tan dulce... De repente toda su visión se aceleró extraordinariamente y todos sus sentidos se concentraron en su sexo. El orgasmo la golpeó como un tren y todo su cuerpo se arqueó como queriendo entrar dentro de sí misma, prolongar ese éxtasis eternamente. La llamarada del placer subió enroscándose como una serpiente por sus entrañas hasta que estalló en su cabeza de una forma y con una intensidad no conocidas, hasta ahora... Poco a poco, muy lentamente, todo volvió a la normalidad del sueño sobre su cama.

No duró mucho ese sueño. En esta mañana tan extraña, la presencia de su amante, intensamente vivida y sentida, parecía no querer abandonarla. No obstante, entre las nieblas que la envolvían, le parecía que las caricias volvían de nuevo. Su temperatura sexual subía y subía. Otra vez los besos la estaban poseyendo. Otra vez esa boca se adueñó de su sexo. Otra vez su propia boca se encontró con el pecho de su amante, con su vientre, con su dulce sabor.

De repente Lía sintió la presencia de algo muy cálido y muy firme en la entrada de su vagina. La estaba acariciando, como si pidiera permiso para entrar y acomodarse. Ya no quería ni mirar qué o quién le estaba haciendo el amor de esa manera. Poco a poco fue entrando en ella de una manera tan suave que parecía durar eternamente. Lía trataba de colaborar con un movimiento de su cadera, quería sentirla toda dentro de sí rápidamente, pero algo, o alguien, le impedía todos los movimientos, además... esa lengua seguía acariciando su pequeña perla.

¿Acaso ella misma estaba mezclando su sueño con su realidad? No importaba. No importaba nada, porque el suave vaivén que sentía en su sexo estaba aumentando el ritmo y... al mismo tiempo sentía que sus piernas se elevaban hasta colocar sus rodillas junto a sus hombros. Ahora podía sentirla totalmente dentro de sí, cada vez penetrada más fieramente. Cuando le llegó el orgasmo ni gemir podía al sentir su boca llena de esa lengua tan familiar.

Repentinamente se sintió vacía y su cuerpo todavía quería más. Las caricias por todo su cuerpo no podían compensarla... Las suaves palabras no podían consolarla. Lía quiso decir:
-No me dejes ahora... Sigue, cielo...
Pero nunca supo si esas palabras consiguieron salir de sus labios. La niebla parecía más espesa o tal vez fuera su sueño...

Con las caderas elevadas, su fantasía, si es que de fantasia se trataba, la llevó a sentir leves, pequeñas caricias en los bordes de su ano y el recorrido de... ¿una lengua? ¿o tal vez un dedo? por toda la longitud de su entreabierta vagina. Otra vez estaba anhelando ser penetrada... ¿Por qué tarda tanto?
-Entra en mí, cariño... Eso es, así...
Ahora el placer le subía por las entrañas en oleadas incontrolables. Su amante parecía complacerse en atormentarla. Al menos así se lo parecía a ella, porque cada poco tiempo abandonaba su suave cueva. Pero siempre volvía... ora en su vagina, ora en su ano, repartiendo las embestidas por pares en cada paraíso. Cada vez se sentía más llena, como si lo que la penetraba se hiciera cada vez más grueso y... más placentero. Y no paraba de crecer, hasta que llegó a pensar que podría romperse la delicada piel de su esfinter, aunque su placer aumentaba en la misma proporción. Incluso llegó a pensar que estaba siendo invadida por los dos lados al mismo tiempo... Solo este pensamiento hizo que le estallara otro orgasmo... Y otro...

La claridad de la mañana se fue colando entre sus pestañas y, sintiéndose entumecida, se desperezó buscando instintivamente a su amada. Quiso mirarla pero no podía, esas nieblas todavía persistían. Quiso acariciarla pero... ¡No estaba allí! Llevó una mano hasta su sexo, como queriendo cerciorarse de que todo no había sido un sueño. Efectivamente, no cabía duda alguna. La especial sensibilidad que siempre la dejaba el amor y la catarata de flujos que todavía fluian de su vagina, la hicieron sentirse levemente excitada. Sus expertos dedos trataron de recorrer su perla, y penetrar muy al fondo de su intimidad, pero el sueño, esta vez el verdadero sueño, consiguió rendirla finalmente.

Tuvo, todavía, un último pensamiento para su enamorada:
-Si mis labios no pueden decirte que te amo, que lo digan los latidos de mi corazón cada vez que respiro.
La despertó un zarandeo brusco y bastante molesto, junto a unas voces:
-¡Lía! ¡Lía! ¡Despierta ya, joder! ¡Lía!
-¿Eh? ¿Qué...? ¿Qué pasa...? -consiguió articular ella con dificultad.
-Pero, ¿qué te pasa? ¡Llevo media hora tratando de despertarte y no hay manera!
-¿Dónde estabas?- murmuró debilmente al tiempo que destapaba las sábanas y trataba de incorporarse.
-¡Pero si estás desnuda!- le dijo ella, observando que su ropa interior estaba arrugada por la cama-. ¿Qué has estado haciendo, pequeña zorra?- añadió con una sonrisa pícara... Su mirada recorrió su desnudez percatándose de la dureza de sus pezones y de ese ligero enrojecimiento delatador de los labios de su vagina. Con los ojos brillantes, añadió: Quiero amarte un poco más...
Lía la miró todavía desorientada... Se miró a si misma... La miró a ella...

La invadió la duda de si toda esa noche había sido un sueño. Se sintió ciega y desvalida como si, durante esa extraña noche, hubiese sido amada por un ser supremo que ahora la hubiera abandonado. Sabía que era muy difícil volver a encontrar esa especial pasión pura envuelta en niebla y esa sensación casi la hace llorar.

Se limitó a hacer un esfuerzo para orientarse, para acomodarse a la prosaica realidad, y luego se levantó con inseguridad y salió de la habitación.