miércoles, 4 de septiembre de 2013

Juegos infantiles

Su hermana la perseguía por todo el jardín, en uno de los muchos juegos inventados para pasar el rato antes de que ambas se hicieran mayores y se distanciaran. La mayor llevaba una flauta corriente y se hacía pasar por una pueblerina a la que el destino había elegido para una importante misión. La tarea de la pequeña era más simple: convencer a la pueblerina para que tocara una canción y le fuera revelada su misión.

La hermana mayor se sentó al borde del estanque y al fin, la menor le dio alcance.
-¡Tócala de una vez y acabemos con este estúpido juego! -dijo ella, aburrida. Ya desde el primer momento le pareció una sandez.
La hermana mayor, interpretando su papel, obedeció y, teatralmente, se sorprendió de algo que no estaba pasando.
-Fin del juego -dijo la otra, con exasperación-. Me voy dentro, no quiero jugar más a estas tonterías -refunfuñó.
Sin embargo, la mayor se quedó observando su flauta, rodeada por motas de polvo verde brillante. Un aura de luz rodeó el estanque...

Un mundo en peligro la necesitaba y no regresó hasta la hora de la comida.


jueves, 1 de agosto de 2013

Una parada

Llega Agosto y es un mes muy típico en las vacaciones de más de uno. Y como no somos menos, ha llegado la hora de tomarse un pequeño descanso. Nos vamos hoy y regresamos con más energías el uno de Septiembre.

¡A disfrutar del verano, se ha dicho!


jueves, 18 de julio de 2013

Delicias escondidas

Iba de camino a la cocina cuando oyó el primer crujido. Arqueando una ceja, se asomó al pequeño armario que usaban para guardar la compra. Se había sentado en el suelo, mientras comía barquillos de canela y leía, absorta de toda realidad.
-Eh... -dijo, entreabriendo la puerta-. No te comas todos los barquillos de canela. No van a traer más.
-Descuida -repuso ella, haciendo como si la hubiera oído.

Al día siguiente, tras preparar el té se fue en busca de los famosos barquillos de canela. Ya podía haber buscado y puesto patas arriba que no los encontraría.

jueves, 11 de julio de 2013

Hoy escribo estas lineas solo para ti.

Hoy no relataré ni escribiré nada, pues quiero dejarte este espacio para ti, para tu historia.

Hoy dedico mi espacio para ti.

Hoy dejo que seas tú quien habla y escriba a través de mi boca y mis dedos.

Hoy empieza la historia de tu vida.

miércoles, 3 de julio de 2013

Trágico

-El fuego solo quiere comer.

Fue lo último que dijo Dallas antes de prender la cerilla en la fuga de gas.

jueves, 27 de junio de 2013

Caído del cielo

Era un día como cada mañana. Los aldeanos estaban con las manos metidas en las mangas, hablando de la excesiva disminución del comercio cuando de repente, empezó a tronar. Fue bastante extraño, porque en el cielo no había ni una sola nube...

Pero sí una extraña línea temporal blanca que perturbaba a todo el que lo miraba. Oyeron una risa salida de otro mundo (literalmente) y una cosa con extraña forma empezó a caer de lo alto del cielo. Lo más raro del asunto no era la grieta pixelada. Era la cosa. La cosa que no estaba ni mucho menos hecha con el modelo estándar del Dios Cúbicus.

Y cuando tocó tierra, toda la vida en Cúbica se extinguió.

Para prevenir esto en otros mundos, en las fallas temporales siempre habrá una mano que te escupa un papel que ponga:

Por favor, no arrojen basuras

jueves, 20 de junio de 2013

No quiero...

Aquí, frente al altar y a punto de dar el sí, recuerdo la primera vez que te vi. Tengo grabadas en la mente las prendas que vestías. Esa camisa negra que contrastaba con lo pálido de tu piel, pero resaltaba el color de tu alma, la que me mostraste con tu limpia y bella sonrisa. Los pantalones vaqueros un poco rotos que me hicieron pensar eras algo rebelde, y no es que no lo fueses, eso fue tal vez lo que más me atrajo, sino que además también te faltaba dinero.

Sigues teniendo una posición económica poco privilegiada, pero la riqueza de tus sentimientos, para cualquiera con la capacidad de apreciarlo, bastaría para ser tres veces lo feliz que es. Yo lo noté, y por eso me entregué a ti sin siquiera saber tu nombre. Por eso abrí mis piernas para recibir tu juventud y dejarte entrar a mi vida, para ver si así dejaba de ser una anciana a los veinte. Por eso me enamoré de ti. Por eso supe que de no vivirla contigo, la vida no tendría sentido.

Aquí, frente al altar y a punto de dar el sí, recuerdo esos amaneceres a tu lado y quisiera cortarme las venas y ahogarme en mi sangre, porque ese hombre de quien pronto seré esposa, no tiene ni la décima parte de tu belleza.

viernes, 14 de junio de 2013

Who am I?

Realmente me he llegado a preguntar muchas veces quién soy. Pero no a nivel de cuál es mi nombre, identidad, persona física viva y existente en un mundo llamado Tierra.

Soy lo que soy, soy lo que los demás ven de mi, soy lo que los demás opinan de mi y lo que yo opino de mi. Soy quien mis padres quieren que sea, soy quien mi jefe quiere que sea, soy quien mis amigos quieren que sea, soy el dueño de mi vida, soy mil y una personas a la vez y nunca dejo de ser yo. Porque ese yo existe en ellos y a la vez existe en mi.

Pero ante tanta vicisitud psicológica quién es el verdadero y autentico YO? Me habré perdido por el camino? Seguiré manteniendo mi personalidad y esencia intacta tras tanto contacto social? Siendo tan camaleonico? Aprendiendo de los demás, adquiriendo una parte de ellos y añadiéndola a mi ser, del mismo modo que ellos se llevan un trozo de mi ser.

Realmente soy Yo? o soy lo que ellos quieren que sea? Soy un Frankenstein mental?

Quién soy?

Quién eres tú? Realmente eres quien crees ser?

Yo hace tiempo que me lo pregunto... y sigo sin hallar la respuesta.

miércoles, 5 de junio de 2013

El señor Tortuga

Érase una vez un señor Tortuga que deseaba salir con una señora Tortuga. Parecía una tarea bastante sencilla, pero el señor Tortuga era muy, muy, muy tímido y siempre que intentaba hablar con la señora Tortuga, sus palabras se atropellaban, se ponía muy nervioso y entonces la señora Tortuga perdía todo interés por él.

Un buen día, se encontró quejándose en voz alta, siendo oído por el señor Conejo. El señor conejo tenía unos bigotes muy largos, un rabo con forma de bola de algodón y era todo gris a exceptuar por una mancha negra en una de sus patas. El señor Conejo le preguntó al señor Tortuga por qué estaba tan triste.
-Oh, señor Conejo. Quisiera pedirle salir a la señora Tortuga. ¡Pero soy, ay, tan tímido que tartamudeo, soy lento y ella pierde todo interés por mí después de dos horas intentando decir algo coherente!
El señor Conejo se quedó pensativo largo rato, haciendo esperar pacientemente al señor Tortuga. Por fin, una idea surco rauda su mente.
-¡Ya lo tengo, señor Tortuga! -dijo el señor Conejo, muy entusiasmado-. En lo profundo del bosque vive una bruja. Ve hasta ella y cuéntale tu problema. Ella sabrá qué hacer contigo.
El señor Tortuga se animó entonces y recorrió el largo y ancho camino que llevaba hasta el corazón del bosque, donde una humilde casita se alzaba entre la maleza.

La bruja, por suerte para el señor Tortuga, se encontraba barriendo las pequeñas escaleras que conducían a su casa y le vio llegar.
-Buenos días, señora bruja -saludó muy cortésmente el señor Tortuga.
-¡Oh! -exclamó la bruja-. Pero, ¿qué tenemos aquí? ¡Una tortuga! ¡Huy! Usted perdone. El señor Tortuga. ¿Qué desea, señor Tortuga?
Y el señor Tortuga, feliz y viendo que sus problemas tocaban a su fin, le contó a la bruja su lío con la señora Tortuga. Entonces, la bruja asintió y dijo:
-Sé exactamente qué voy a hacer contigo.

El señor Tortuga acabó siendo sopa de tortuga, devorado gustosamente por la señora bruja, que se lamía aún los labios mientras echaba la siesta.

¿Moraleja? Nunca te fíes de un conejo que habla.


miércoles, 29 de mayo de 2013

Inexistente.

Dijo ser testigo,

dijo ser Dios,

dijo ser natural.

No era nadie.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Presente

Un nuevo atardecer se presenta ante mi.
No puedo cambiar el pasado mientras el presente se sucede y el futuro se decide.
Pasado por el cual muchos inviernos sucedieron para dar lugar a una primavera dorada.
La primavera dio lugar al verano y con el verano, el otoño.
Un duro otoño por el cual, como en la metáfora de la Fontaine, la cigarra nunca está preparada.
La cigarra canta, baila, disfruta del hoy sin pensar en el mañana.
Mañana en el que la hormiga sí pensó.
La hormiga mantendrá la cigarra en el otoño e invierno venidero.
El invierno se acerca y todo por lo que luchamos se muere.
Mueren las flores, la yerba, el ganado...
Muere el Sol con este atardecer.

Dime tú que tan sabio eres, ¿habrá un mañana para la hormiga mientras exista la cigarra?
¿Volverá el Sol como cada mañana?

¿Habrá un mañana?

Dime tú que todo lo sabes... pues yo soy ignorante e inepto.
Ignorante e inepto porque es lo que aprendí de ti.
Y tú, eres quien todo sabe...

miércoles, 24 de abril de 2013

Un microcuento fulminante

Sarah tenía diez años cuando aquel día discutió con sus padres porque no le dejaban ir al teatro al día siguiente para ver a la Señora Tucht, una obra dramática sobre temas que Sarah no iba a entender. A la noche, cuando sus padres se hubieron acostado tras intentar desesperadamente buscar una solución a su problema, Sarah atisbó un brillo descendente en el cielo.

Fascinada, salió a la terraza con sigilo y contempló, absorta, que ese pedacito de estrella caía hacia ella. Era para ella. Pensó en pedir un deseo, pero en su lugar, extendió las manos hacia ese trocito de una punta de estrella.

Sus manos se cerraron sobre el trozo amarillento. Y a los pocos segundos, todo lo que quedaba de ella eran sus zapatillas y un poco de ceniza. Las estrellas no siempre son buenas cogerlas con las manos desnudas, aprendió Sarah, fulminada y diseminada en el viento.

Frau, baja ya de ellas

miércoles, 17 de abril de 2013

Haikus

Los días pasan
el sol desaparece
nace la noche

La vida sigue
la persigue la muerte
amargo final

Llega la primavera
época de bonanza
canta el bosque

lunes, 1 de abril de 2013

La cruel Emperatriz (II)

Llegaba la noche en silencio y, mientras Miuna preparaba la poca cena que podía sacar de la ración minúscula de aquel día, recordó lo sucedido en el huerto...

Una vez más.

Probablemente ya no estuviera vivo, pues la Emperatriz tenía poca o ninguna piedad con aquellos que osaban contradecir el pensamiento positivo que tenían de ella. Una sola mala palabra y podías despedirte de la vida. Miuna retiró la pequeña olla del fuego y tras especiar un poco el agua rosada para quitarle un poco de amargura, se sentó a cenar.

¿Cuántos años tenía la Emperatriz? Había oído decir que era inmortal, cosa que la aterraba ya que, si ellos no podían con Ella, la muerte se la tendría que llevar en algún momento. Tragó la sopa, que le revolvía las tripas cada noche, pero sabiendo que no había nada mejor que comer, evitó vomitarla.

A la mañana siguiente, nada más salir el sol, ella ya había tomado una decisión. Tenía que acabar con aquella pesadilla. Tenía que hacerle frente a la Emperatriz. Era la única manera de librar a su pueblo de aquella horrenda mujer, si es que se la podía tachar de humana.

Así pues y con aquel pensamiento en mente, salió de casa y, en vez de dirigirse a su zona de trabajo, fue a palacio. Los guardias estaban en pleno cambio de turno por lo que colarse no fue muy difícil, además de decir que tenía una cita con la hermosa Emperatriz para que la dejaran pasar las siguientes puertas. El castillo, además de ser enorme, era precioso. Oro, blanco y azul dominaban en el ambiente. La luz entraba a raudales por las abiertas ventanas, cuyas cortinas de seda ondeaban con la fresca brisa. Casi parecía acogedor. Casi. 

Había algo que no le gustaba. Como un ruido de fondo. Como una advertencia de su propio cuerpo. Su instinto quería salir corriendo con el cuerpo. Olía el peligro pero continuó avanzando hasta detenerse, al fin, ante las enormes puertas de la sala del trono. Un leve crujido podía oírse a través de las bellas puertas, con interesantes grabados de pájaros devorando insectos pequeños.

Crujidos. Crujidos. Silencio. Crujidos.

Miuna tragó saliva y abrió la puerta, lo suficiente como para otear en el interior. La Emperatriz no estaba. En su lugar, sentada en su trono y con sus mismas vestimentas, se hallaba una criatura insdescriptible, negra como el betún, con unas fauces del mismo infierno.

Miuna parpadeó y aquella visión se vio sustituida por la Emperatriz que todos conocían. Estaba sentada en su trono, sonriente. La estaba esperando. Sin saberlo, ella la había llamado. Desde el primer momento en el que se había llevado a su abuela, sabía que intentaría cambiar el sistema en el que vivían. La había manipulado. La había puesto en unas determinadas condiciones para que llegara el momento en el que decidiera ir a por Ella e intentara lo imposible. Ni si quiera iba armada. No era consciente de lo que hacía.
-Hola, Miuna. Te estaba esperando -dijo Ella, con una cálida voz.
Aunque en el corazón, se sentía fría.
-¿Me... esperabas? -musitó la chica, sin poder apartar la mirada de los cándidos ojos de la Emperatriz. Perdió la voz en algún momento del tiempo y ya fue incapaz de responder.
La sonrisa de Ella se amplió y asintió. Alzó la mano y la llamó.

Sin tener voluntad real de su cuerpo, se vio arrastrada, arrodillada ante la Emperatriz, quien la obligó a apoyar la cabeza en su regazo. Las puertas se cerraron silenciosamente.
-Sshh, mi niña. Ya pasó todo. Ya pasó, Miuna. Duerme... y no despiertes jamás.

Pronto, la gente se obligó a olvidar a Miuna, la chica que había osado enfrentarse a la Emperatriz y que, a pesar de que esta le había ofrecido una vida mejor, Miuna prefirió ser encarcelada. Los rumores entre papeles y susurros decían que ella seguía allí. Otros, que estaba muerta.

¿Quién sabe qué fue de Miuna, la única mente semilibre del pueblo?

martes, 19 de marzo de 2013

Ácido

Se tenía prohibido llorar. Su corazón era un pedacito de hielo salido de la antártida. No conocía lo que era la tristeza, el amor o la felicidad. Solo la amargura y la tristeza. Solo eso y nada más. Un día decidió derretir su corazón con un poco de calor humano que, otro día más tarde, acabó por abandonarla.

Y entonces lloró. Porque el dolor del frío no le gustaba. Porque necesitaba ese calor. Porque le dolía la piel, la carne, todo. Sus lágrimas la corroían, la deshacían lenta y dolorosamente. Eran ácido, de su frialdad, de tanta amargura. El llanto la desintegraba. Pedazo a pedazo hasta que su rostro no fue más que un amasijo de carne y hueso.

Una monstruosidad.

Lo que toda su vida había sido.


lunes, 11 de marzo de 2013

La cruel Emperatriz (I)

Érase una vez, en un reino muy lejano y perdido en el tiempo de nombre desconocido, habitaba en él un agradable y pacífico pueblo, bajo la sombra de su querida Emperatriz. Todos la adoraban y todos la querían. Todos la admiraban y todos la cuidaba. Solo se podían oír cosas buenas por las calles, incluso en la intimidad del hogar.
-Hoy la maravillosa Emperatriz estaba realmente bella con el vestido azul -decían unos.
-El peinado de la hermosa Emperatriz estaba exquisito a la vista -comentaban otros.

Parecía un pueblo feliz, en su mejor época... pero bajo aquellas sonrisas en rostros pálidos, se escondía un terror inmensurable. El miedo a ser castigados, a ser oídos con las palabras inapropiadas y que Ella, fuera a buscar al indeseable, al traidor que la había injuriado para acabar con aquel despojo de la manera más cruel y doliente.

Un reino forjado sobre mentiras y miedo. Miuna lo sabía mejor que nadie, pues había perdido a su abuela por la justicia de la malvada Emperatriz. El único lugar en el que parecías estar medianamente a salvo era en tu mente. Las palabras debían sonar agradables a sus oídos. Debían serlo si no querías ser objetivo de su ira. De su cólera. De su mano gélida.

Miuna, como cada mañana con la salida del sol, fue a los campos de hortalizas a trabajar. Aquellos campos pertenecían a la Emperatriz, así como la mayor parte de sus recursos. El pueblecito recibía más bien poco del sustento y a veces se apreciaban las costillas en los más pequeños. Trabajar con ahínco, no detenerse, siempre sonrientes y sin quejas.

Un trabajador a su lado gruñía por el esfuerzo. Tenía la tez más pálida de lo natural y se notaba que estaba enfermo. No tardó mucho en caer, agotado. Dejando de trabajar. La gélida mirada de Ella se centró en el inservible e inútil humano que había dejado de trabajar. Podía sentirlo. Tanto él como Miuna. Sí, esa mirada, ese frío que parecía no irse nunca.
-Rápido, ponte en pie -dijo la cansada muchacha.
-No puedo más, necesito descansar. Esto es inhumano. Esa maldita Emperatriz...
-¡Chst! ¿Quieres que te convierta en comida para gusanos? -masculló Miuna, forzando una sonrisa-. Ponte en pie y finge trabajar. Vamos. Aprisa.
Empero, en el momento en el que el humano había tenido la osadía de ir en contra del pensamiento de la bella y amada Emperatriz, los trabajadores se habían detenido y le observaban, con un terror indescriptible en la mirada. Se oían los pasos acelerados y metálicos de los guardas de su Reina. Venían a por el traidor.

Se lo llevaron a rastras, sin que el pobre hombre ofreciera resistencia. Miuna soltó un suspiro y volvió al trabajo, tan solo para no ser el siguiente objetivo de la Emperatriz. ¿Cuánto más aguantarían aquella situación? ¿Cuánto tiempo llevaba la Emperatriz allí? Su abuela la recordaba. Y la madre de su abuela también. ¿Tan vieja era? Miuna miró hacia el castillo, tan hermoso e imponente. ¿Quién era, realmente, la Emperatriz?


martes, 26 de febrero de 2013

Fetiche por los pies

No era un podólogo y mucho menos le agradaban los pies. Era una parte del cuerpo útil, pero nada más. Sin embargo, todos tenemos nuestros secretos y él, Edward, también tenía los suyos. Creía tener como fetiche los pies. Le gustaba mirarlos, pero era incapaz de tocarlos, pues no consideraba sus manos lo suficientemente dignas para ello (imaginaos lo duro que sería ponerse los zapatos).

Gina y Laurel fueron a verle, sin saber su codiciado secreto. Gina le dijo a Laurel que le enseñara los pies a Ed, porque era el único que no había visto sus pobres pies.
-Todo el día caminando -decía Laurel.
Ed contempló, horrorizado, aquella... cosa... aquella aberración de la humanidad. Tenía heridas, rozaduras, piel colgando muerta, dedos rojos, uñas descuidados. Por ello, cogió las tijeras y, poco a poco, salpicando quizá un poco, un día le cortó los pies a Laurel, los quemó y durmió tranquilo nuevamente, sin que aquella monstruosidad lo persiguiera más en sueños. Aquellos pies desconchados y viejos.



viernes, 1 de febrero de 2013

Vivir

Despertar, levantarse, desayunar, ir a trabajar, aguantar un trabajo insulso que no te llena ni te aporta nada, aguantar las quejas de tu jefe y de los clientes, comer, seguir trabajando, fumar, salir del trabajo, ir a casa a encontrarte con la persona que supones amar, mirar las noticias con la cantidad de mierda que hay en el mundo, cenar, follar y dormir.

Esa es la vida que has elegido vivir? Esa era la vida que te imaginabas cuando eras pequeño? Es a todo lo que aspiras en la vida?

No.

Cuando eres pequeño sueñas ser artista, astronauta, policía, veterinario... Bendita inocencia... Ignorancia de la realidad, imaginación desbordante... Felicidad.

Conclusión.

La ecuación de la vida nos indica que la edad del individuo es inversamente proporcional a su felicidad, imaginación, sueños... y directamente proporcional al grado de responsabilidad y de problemas a los que se enfrenta a diario...

Welcome to Life.

miércoles, 23 de enero de 2013

Ocho patas. Ocho cervezas.

Era un pulpo y eso lo tenía más que asumido. Tenía ocho patas. Eso también lo tenía más que asumido. Lo que no tenía tan asumido era que cada pata tuviera que tener un vaso de cerveza. No uno. Ocho. Porque si solo había uno las patas se peleaban y no cataba la cerveza.

Ocho patas. Ocho vasos. Una borrachera. Deberían ser ocho borracheras, pensó alegremente el pulpo mientras lo conducían fuera del agua. Siete patas. Seis patas. Cinco patas. Cuatro patas. Tres patas. Dos patas. Una pata. ¡Pulpo a la marinera!

Y por eso los pulpos dejaron de beber cerveza... y de relacionarse con desconsiderados humanos.


miércoles, 9 de enero de 2013

La ciudad putrefacta

Agonizaba. Sus edificios hechos de carne, supuraban, sangraban, caían pequeños trozos de esos bloques blandos y rojizos al suelo artificial. Los aldeanos eran pocos y molestos. La gran mayoría se había ido. El hedor era insoportable  Las moscas no revoloteaban en las estructuras moribundas por la que la Espléndida Emperatriz no lo permitía. Bloques de carne. Carne hedionda. Descompuesta. Muerte en vida. Una grieta se abrió en el suelo y, si la ciudad putrefacta hubiera tenido cuerdas vocales, hubiera gritado. Siguió muriendo, lentamente, mientras sus abominables y infectos edificios caían poco a poco, agónicos y sucumbiendo para siempre.


viernes, 4 de enero de 2013

Felies fiestas y feliz año nuevo

Termina la navidad, termina el año nuevo y con ello llegan los Reyes Magos. El espíritu navideño se disipa pero en muchos hogares todavía continúa.

Se oye un villancico de fondo sonar, decoraciones navideñas y un belén ornan la casa, una familia se reúne al rededor de un fuego a abrir, con amplias sonrisas, sus regalos que les ha traído la navidad junto a sus seres queridos.

En el centro del comedor hay una mesa llena de comida, pavo, gambas, embutidos, ensalada... incluso se pueden contar 8 platos. Uno para cada miembro de esta exclusiva fiesta.

En algún lugar de las afueras se encuentra el mismo espíritu navideño.

No tienen villancicos, no tienen decoraciones navideñas, no tienen belén, no tienen regalos, no hay risas, no hay alegría, no tienen comida, no tienen a nadie con quien compartir este día, excepto su eterna compañera. Soledad.

Aún así sonríen ante la visa te un año terminar y otro empezar, de ver otro nuevo amanecer, de seguir aquí y haber vivido otro año más.

Son los grandes olvidados, pero ellos también tienen derecho a su navidad, una navidad, donde cada nuevo día es un regalo.

¡Felices fiestas y feliz año nuevo!