domingo, 22 de enero de 2012

Laurel & Canela (I)

La primera vez que vio a Laurel, fue en una mañana de primavera, curiosamente en un campo de flores; corría ella con una ligereza, con aquel vestido blanco recien estrenado al parecer, con el viento moviendole suavemente la prenda.

La primera vez que la vio, Canela pensó en la palabra pecado. Aquella figura delicada de Laurel llamaba a eso. La perfeccion de sus curvas,  la suavidad del cabello, el bello color de sus ojos verdes cuando se acercó a ella, con pasos lentos, como si fuera un zombie, como si atendiara a una llamada de una gran reina esplendorosa.

Laurel se detuvo y la miró, con el ceño ligeramente fruncido. Canela sintió un cosquilleo leve en la columna vertebral, aquellas arrugas que asomaban en su frente, arrugas de desconcierto, la hacian más bella. Era el ser perfecto.
-¿Quien eres? -preguntó Laurel.
-Canela, ¿y tú, estimado ángel caido del cielo?
La risa de Laurel no se tardo en oír. El brillo de los ojos de Laurel le dieron esperanzas a Canela.
-Yo no soy un ángel caido del cielo, Canela.
Laurel examinó de arriba abajo a Canela, cosa que a ella le pareció, al menos de momento, todo un placer. En lo recóndito de su mente, una voz perversa le gritaba que se quitara la túnica y se mostrara al desnudo delante de aquel ser perfecto. Su mano, como la de un autómata, se dirigió a su broche con forma de pájaro y, antes de que Laurel pudiera impedirselo, se lo desabrochó, quedando desnuda ante la encarnacion de la perfeccion.

Vio como las mejillas de Laurel se tenían de un bello rojo, rojo sangre, rojo de rosa, rojo intenso. Ella tambien enrojecio un tanto cuando se dio cuenta de lo que en verdad habia hecho; temía que la chica saliera corriendo, mandándola al fondo de la desesperacion con su rechazo. Un rechazo que podía acabar con su vida y quiza destrozar su alma.

La reacción de Laruel la sorprendió en grado sumo. Sus labios, suaves y delicados a la vista, se unieron a los suyos, ansiosos de mucho más que un casto beso. Cayeron con delicadeza sobre la hierba. Laurel enredaba sus dedos en el castaño pelo de Canela, saboreaba sus dulces labios con un toque de limon, quizás, haciendolos aun mas irresistibles. Los dedos de Canela buscaban con desesperación la cremallera de auqel vaporoso vestido blanco, sin mucho éxito. Frustrada, trazó circulos alrededor de su seno derecho, haciendo estremecer a Laurel. Ésta, sin dejar de paladear sus suaves labios, acarició el cuello, bajando por el pecho y llegando al vientre, donde trazaba triángulos pecaminosos.

Y asi, en la hierba una mañana de primavera en un campo de flores, Laurel y Canela se conocieron por primera vez.