miércoles, 31 de octubre de 2012

La granja humana


Ñeeeeeeeee! -dijo el humano ciento cuarenta y cinco.
El ganadero no le prestó atención, pues era un sonido que oía constantemente cada vez que iba a trabajar a la granja de humanos. No era un trabajo que le entusiasmara precisamente, pero era algo con lo que llenar los estómagos vacíos de sus hijos y de su esposa.

Realizaba su segunda ronda, cuando se fijó en el reloj que llevaba en la peluda muñeca. Hora de comer. Se aseguró de que hubieran mezclado bien el pienso y, ayudado con una herramienta, empezó a repartir el pienso a aquel rebaño humano, tan básico y simple. Todos eran tontos. Todos menos uno, que parecía haber tomado conciencia de repente. A cuatro patas, observando con horror como sus congéneres se dirigían hambrientos a los barreños, gruñendo.
-Ñeeeeee, ñeeeeee, ñeeeeeee...
Estaban desnudos, hacía generaciones que les había salido vello en la espalda, su cerebro se había encogido en algún rincón de la corteza cerebral y se había vuelto bastante básico. Lo suficiente como para existir. Él también tenía hambre y no pensaba en hacerle ascos a la comida. Por lo que, empujando al resto del rebaño, se acercó a la valla que evitaba que se escaparan y olisqueó el pienso. En su rostro se formó una mueca de horror y espanto. Mezclado en el pienso, se veían huesos, carne que, por el aroma, identificaba. ¡Se comían a sí mismos! ¡Echaban trozos de ellos en el pienso! Retrocedió, no pensaba comerse aquello. Nunca. Jamás. Tenía que escapar de allí. Debía huir.
Intentó ponerse en pie pero no pudo, sus piernas se habían acortado, era un "animal". "Ellos"... habían empezado así, primero obligándolos a caminar como cuadrúpedos, alimentándolos con pienso, aplastando sus ideas de escapar... Sus manos deformes se sujetaron a la valla, y, sin saber cómo, logró sobrepasarla, cruzarla y echó a correr al mismo tiempo que el despiadado granjero le gritaba que se detuviera. A sus ojos era solo una bestia. Una bestia enloquecida que había escapado del rebaño.

El tipo en cuestión no quería perder su trabajo por lo que, antes de que el jefe se enterara de aquel desastre, cogió la escopeta y fue a la caza del maldito animal. No tardó mucho en avistarlo, pues parecía desorientado y confundido. "Quizá fuera el nuevo pienso", se dijo mientras apuntaba al tembloroso animal. Eran las reglas. Animal que huía animal que mataban. No necesitaban más líos de los que ya tenían. Y mucho menos él. "Quizá debí despedirme bien de mi mujer", pensó, cuando aquel bicho lo miró con sus ojos enloquecidos, rojos, y gritaba "ñeeee".

"Quizá... no debí aceptar el trabajo", pensó, al tiempo que el animal se le tiró encima. Apretó el gatillo y la bestia inmunda cayó a su lado. Un incidente más. No tardó en arrastrar de la pata sucia y embarranada al animal hasta la picadora, donde fue arrojado y más tarde, a la hora de la cena, más o menos, servido a sus compañeros, que masticaban sin darse cuenta de ello, porque eran un rebaño, un rebaño grande y tonto. Un rebaño de humanos. Quizá en un mundo paralelo...

Quizá en un futuro próximo.
-Ñeeeeeeeee...

sábado, 27 de octubre de 2012

Buscando una nueva vida (2ª parte)

Fui a ver qué tenía que proponerme, después de todo, si era cierto lo que me había dicho, ganaría una pasta y podría quedarme tranquila.

- Mujer! Gladis! Cuánto tiempo! Me alegra que hayas aceptado- me saludó eufóricamente, cómo si no supiera que me había dejado todo este tiempo abandonada y a mi suerte.

- No me vengas con tu mierda de peloteo Frank, ya sabes a que he venido, así que habla- le corté directamente, no tenía de estar ahí y menos de aguantarle tras todos estos años.

- Bueno, vale, vale, ahora te cuento- dijo algo sorprendido por mi reacción, aunque no dejaba de mirarle con mala cara- Pues he hablado con unos tipos que bueno, quieren hacer un trabajito algo inhabitual y no encuentran a nadie que se ofrezca, a pesar de que la oferta es altamente sustanciosa.

- Vale, ¿de qué se trata?- le espeté.

- Las condiciones son simples, meterte en una sala, follarte a su animal, eso sí, en ningún momento deberás encender la luz ni nada.

Realmente las condiciones eran sencillas y tampoco me quedaba nada por probar o hacer... así que acepté, ¿qué diferencia podría haber a hacerlo con o sin luz? Y follarse un animal, no era nada que no hubiera hecho ya... Por lo visto esta nueva generación eran más delicadas y no eran capaces de chupársela a un caballo y tragar.

Tras eso me explicó que debía presentarme a un complejo industrial donde me esperarían a la noche y que el dinero me lo darían después de haber hecho el trabajo.

Tras esos pocos momentos de charla, volví a mi casa y empecé a prepararme para la noche, intentando llevar mis mejores galas de putón, además, el trabajo solo era entrar, dejar que me la metieran, recoger el dinero y largarme. Parecía sencillo.

Continuará...