martes, 19 de marzo de 2013

Ácido

Se tenía prohibido llorar. Su corazón era un pedacito de hielo salido de la antártida. No conocía lo que era la tristeza, el amor o la felicidad. Solo la amargura y la tristeza. Solo eso y nada más. Un día decidió derretir su corazón con un poco de calor humano que, otro día más tarde, acabó por abandonarla.

Y entonces lloró. Porque el dolor del frío no le gustaba. Porque necesitaba ese calor. Porque le dolía la piel, la carne, todo. Sus lágrimas la corroían, la deshacían lenta y dolorosamente. Eran ácido, de su frialdad, de tanta amargura. El llanto la desintegraba. Pedazo a pedazo hasta que su rostro no fue más que un amasijo de carne y hueso.

Una monstruosidad.

Lo que toda su vida había sido.


6 comentarios:

Bee Borjas dijo...

Resumo mi comment en 2 palabras:
ME ENCANTÓ. Está tan bien logrado que dan ganas de leerlo varias veces.
MUy bueno, Ikana!

Alien de Andromeda dijo...

Las personas ácidas tienen lágrimas ácidas xD

Wilhemina dijo...

Horrorosamente doloroso O.o

Trinity dijo...

Calor humano. Interesante.

Nimy dijo...

Tal vez él o ella decidiera abandonarla porque no veía más que frío en su interior.

Frauenwelt dijo...

Frígida en la cama seguro u.u