Las campanas le daban dolor de cabeza. Siempre le decía a la gente del pueblo que esas campanas acabarían con él. No sabía cuanta razón tenía, porque un día que daban las doce, una de ellas se soltó y le cayó encima. Directo a la tumba. No doblaron las campanas por él en su funeral. Se habría revuelto el cadáver solo de oírlas.
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