lunes, 21 de abril de 2014

Comida

En algún lugar del mundo se encontraba un magnate comiendo un trozo de cordero.

Mientras disfrutaba de ese pedazo de carne, por unos instantes se llegó a preguntar de dónde podría provenir, pues después de todo, era un pedazo de un animal al cual sacrificaron para una causa. Aunque después de todo, solo fue criado para eso, para ser comido.

En este caso, el trozo de cordero que comía era lechal, un manjar.

Carne blanda, jugosa, de un cordero joven, lo justo para que sus músculos sean fáciles de masticar y paladear.

Todo estaba alineado con una salsa de lo más exquisita, entre ellas, la misma salsa que desprendía el pedazo de carne poco hecho. La sangre.

Mientras, en otro lugar del mundo se encontraba un pastor, con su rebaño, vigilando que fueran creciendo, alimentándose y siguieran ignorantes de su destino final. Después de todo, le pagaban para que cuidara del rebaño y lo dirigiera como tal.

Entre aquel rebaño, hacía un tiempo un joven cordero había desaparecido, nadie se preocupaba por él, después de todo, solo era uno más.

Aún así, ese rebaño, igual que otros tantos tenía una peculiaridad... tenían sentimientos, por lo que los padres del joven lechal echaban de menos y lloraban la perdida de su hijo, en lugar de estar postrados sobre cuatro patas, caminaban sobre dos, en lugar de lana, llevaban ropas, en el mejor de los casos; y sino su propio pelo que cubría su cuerpo.

Después de todo... ese rebaño somos nosotros.


5 comentarios:

Ikana dijo...

¡Beeeee! Me hace pensar en uno que escribió Ende. Muy bueno, por cierto xD

Wilhemina dijo...

¡Me ha entrado el hambre y todo! XD Una buena forma de empezar la semana, con una alimentación rica en proteínas jajajajaja

Trinity dijo...

No creo que quieran comerme. Soy todo pellejo :P

Alien de Andromeda dijo...

Excéntricos millonarios que comen carne humana. Bueno, algo de curiosidad siento...

Nimy dijo...

Creo que ese joven cordero se dio cuenta de la realidad y decidió desaparecer a su manera.