Üna tenía una costumbre peculiar. Gozaba tocándose el vello muy corto de la entrepierna, en el más pulcro silencio. Si oía un sonido, por mínimo que fuese, aquella placentera actividad, dejaba de tener sentido. Üna se perforó, una tarde, los tímpanos con un cuchillo. Üna es feliz.
6 comentarios:
Con tal de seguir de disfrutar de tan extravagante placer, es capaz de renunciar a la voz del mundo. Interesante, desde luego.
- Feliz regreso.
<3 Me gusta, breve pero impactante.
Uau, no creo que fuera capaz de ser tan extremista por placer... XD
plas, plas, plas, plas, ¡maravilloso! :D
Eso tuvo que doler, auch...
No está mal, para retomar tras tanto tiempo.
Aunque cabe reconocer que llevar un placer al extremo puede ser inquietante.
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