Su hermana la perseguía por todo el jardín, en uno de los muchos juegos inventados para pasar el rato antes de que ambas se hicieran mayores y se distanciaran. La mayor llevaba una flauta corriente y se hacía pasar por una pueblerina a la que el destino había elegido para una importante misión. La tarea de la pequeña era más simple: convencer a la pueblerina para que tocara una canción y le fuera revelada su misión.
La hermana mayor se sentó al borde del estanque y al fin, la menor le dio alcance.
-¡Tócala de una vez y acabemos con este estúpido juego! -dijo ella, aburrida. Ya desde el primer momento le pareció una sandez.
La hermana mayor, interpretando su papel, obedeció y, teatralmente, se sorprendió de algo que no estaba pasando.
-Fin del juego -dijo la otra, con exasperación-. Me voy dentro, no quiero jugar más a estas tonterías -refunfuñó.
Sin embargo, la mayor se quedó observando su flauta, rodeada por motas de polvo verde brillante. Un aura de luz rodeó el estanque...
Un mundo en peligro la necesitaba y no regresó hasta la hora de la comida.
4 comentarios:
¡Ahí va! De ahí salen libros interesantes jajajajaja
Lo que hace la imaginación, ché
¿El nuestro o el suyo?
Qué pocas líneas has necesitado para contar una historia, ¡y ganas de más!
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