Érase una vez...
una Emperatriz que se llamaba Jana. Tenía a su pueblo aprisionado bajo su yugo que consideraba bello y hermoso. Todos los artistas y retratistas tenían que poner su faz en todas las partes de su querido reino. Allá donde uno mirase, la Emperatriz Jana le devolvía la mirada.
Los esclavos... los súbditos de esta Emperatriz estaban obligados por ley a admirar constantemente la belleza de Jana, ya que contaba con tantos espías que eran incontables; le informaban de cada palabra que no fuese llena de admiración. Y aquel que incumplía, moría.
A Jana le gustaba mirarse en el espejo. Le gustaba que le retratasen. Le gustaba que la admirasen... Se consideraba tan bella, tan hermosa, tan espléndida... que un día, cuando le cayó unas gotas de aceite hirviendo en la cara, no se soportaba.
Y el fuego hizo el resto...
3 comentarios:
Tú y las emperatrices XD
El egocentrismo es una cualidad interesante del ser humano
Alguna vendetta sería O.o
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